Discalculia
La discalculia es un trastorno del aprendizaje que afecta la capacidad para comprender y manejar conceptos matemáticos. Según diversos autores, la discalculia se caracteriza por dificultades en la adquisición de habilidades aritméticas básicas, como la noción de números, operaciones matemáticas, la estimación de cantidades y la resolución de problemas matemáticos. De acuerdo con Shalev y Gross-Tsur (2001), la discalculia implica un déficit en la capacidad de realizar cálculos y comprender relaciones numéricas, que no se debe a deficiencias cognitivas generales ni a la falta de instrucción. Butterworth (2005), por su parte, destaca que este trastorno puede estar relacionado con alteraciones en los procesos de procesamiento numérico y de la memoria visual y verbal. En resumen, la discalculia se considera un trastorno específico que afecta a la competencia matemática, interfiriendo en la adquisición de habilidades numéricas a pesar de un ambiente adecuado de enseñanza.
Características:
Los niños con discalculia tienen dificultad para reconocer números y asociar símbolos con sus palabras. Tardan más en aprender a contar y necesitan apoyos visuales como los dedos. También tienen problemas para reconocer patrones y organizar información.
A medida que avanzan en la escuela, enfrentan dificultades para aprender operaciones matemáticas básicas y para comprender conceptos lógicos. Fuera de la escuela, pueden tener problemas para recordar números importantes, gestionar dinero y estimar distancias. La discrepancia en el rendimiento en matemáticas comparado con otras materias es una señal clara de discalculia.
Errores comunes
Los niños con discalculia suelen cometer diversos errores en el proceso de resolución de operaciones matemáticas, debido a una comprensión limitada de los conceptos numéricos y la estructura de los algoritmos. Entre los errores más comunes se encuentran la omisión de pasos en los algoritmos, como centrarse solo en los decimales y olvidar los números enteros, o la sustitución de pasos correctos por otros inventados pero erróneos. Además, es frecuente que cometan errores de dirección, realizando los pasos de manera incorrecta, aunque los cálculos estén bien hechos, o de posición, invirtiendo los números al escribir el resultado. También pueden haber confusiones con los signos de las operaciones, como interpretar mal el signo de multiplicar por sumar. En algunos casos, los errores parecen aleatorios, lo que indica una falta de comprensión de las bases de las operaciones. Otros errores incluyen la confusión de números, como sustituir 6 por 9, 3 por 5, o la inversión de números al escribirlos, especialmente en niños pequeños que están aprendiendo a trazar los números. En las series numéricas, es común la repetición o la omisión de números o la alteración en el orden lógico de la secuencia. En las operaciones, los niños a menudo comienzan de izquierda a derecha en lugar de seguir la regla de operar de derecha a izquierda, o emparejan incorrectamente los números al sumar, lo que genera errores en el encolumnamiento de cifras. Además, pueden cometer errores al omitir el cero o al no realizar correctamente las llevadas durante las operaciones, lo que impacta negativamente en su desempeño en matemática.

Modelo de intervención:
La evaluación de niños con dificultades matemáticas, como la discalculia, debe tener en cuenta varios aspectos fundamentales para entender mejor su rendimiento. Se pueden usar pruebas de inteligencia, como el WISC-IV, para valorar su capacidad cognitiva general, así como herramientas específicas para evaluar áreas como la organización perceptiva (como la Figura de Rey o el Bender), atención (medida con pruebas como el D2, Tolouse-Pieron, y CSAT), y habilidades en lectura y escritura (medidas con TALE, TALEC, PROLEC, y PROESC). También es importante evaluar las habilidades matemáticas a través de herramientas como Screenings y TEDI-MATH.
En cuanto a la intervención, es fundamental aplicar estrategias que puedan beneficiar tanto a niños con discalculia como a aquellos con TDAH, ya que ambos comparten dificultades atencionales y de memoria. Entre las estrategias más efectivas se incluyen:
- Entrenamiento en autoinstrucciones: Ayuda a los niños a organizar sus pensamientos y realizar cálculos complejos, guiándolos paso a paso.
- Uso de referentes visuales y manipulativos: Objetos concretos como ábacos o plastilina pueden facilitar la comprensión de conceptos matemáticos abstractos.
- Uso de hojas cuadriculadas: Estas hojas ayudan a mejorar el alineamiento en los cálculos. Es importante que el tamaño de las cuadriculas sea adecuado para la edad del niño.
- Juegos matemáticos: Juegos informáticos o con tarjetas pueden hacer que el aprendizaje de las operaciones aritméticas sea más atractivo y efectivo.
- Práctica con problemas sencillos: Es mejor trabajar con una gran cantidad de problemas simples (20-30) que con unos pocos más complejos, para reforzar la comprensión.
- Estimación de resultados: Se debe trabajar con la estimación de respuestas antes de realizar el cálculo final, preguntando al niño si el resultado debe ser mayor o menor.
- Correspondencia entre lenguaje y operaciones matemáticas: Es crucial enseñar cómo el lenguaje matemático se relaciona con las operaciones. Por ejemplo, sumar es "juntar" y da un número mayor, mientras que restar es "quitar" y da un número menor.
- Uso de las tablas de multiplicar: Permitir que los niños usen tablas de multiplicar en clase puede ser útil para reforzar la memoria de las operaciones.
Estas estrategias, especialmente cuando se aplican de forma lúdica y divertida, pueden ayudar a mejorar las habilidades matemáticas y reducir las dificultades que enfrentan los niños con discalculia.